
Todas molan, pero hay una que es muy tú
Saben a Italia y llevan nombre de pizza
En Vespilla no solo restauramos Vespas clásicas, también les damos alma. Y cada una tiene la suya: distinta, con su color, su carácter… y sí, con nombre propio. ¿La inspiración? Las pizzas, claro. Porque si vas a recorrer Mallorca sobre una joya italiana, que sea con sabor.
La Vespa que lleva Juanjo, nuestro querido guía.
Es una 200, la más potente del grupo, y también la que tiene más historia. La Napolitana viene de Abadía, un pueblo de Valencia donde, según Juanjo, Dios perdió el gorro.
La rescatamos de un chico cuyo padre se la restauró entera por puro amor a las Vespas, y lo cierto es que la dejó impecable. Hoy sigue rodando con alma, carácter y un rugido que impone respeto. La Napolitana no se anda con tonterías, pero cuando la conoces, te cae bien al instante.
Esta es para quienes no tienen prisa, pero sí estilo. Para los que se atreven con un look más atrevido, más picante. Así es la Diavola, una Vespa 125 del año 80 que destaca allá donde va.
Su historia empieza en Wallapop, cuando Juanjo la encontró por casualidad. Al contactar con el vendedor, le sonó el nombre: era John, un viejo conocido, director de arte en Barcelona. Una de esas coincidencias que hacen que esta moto tenga aún más personalidad.
La Diavola ha viajado mucho por la península y ha sido completamente restaurada. Tiene carácter, color, y una energía que no pasa desapercibida. Perfecta para quienes quieren rodar desprendiendo una pizca de fuego mediterráneo.
Vida misma, así es la Margherita. Nunca falla. Es una Vespa Primavera 125, blanca, con esas rayas tan ochenteras que la hacen inconfundible.
Viene de Madrid, de un vendedor que la restauró con dedicación: la desmontó, la pintó entera y la dejó como nueva.
Es la clásica entre las clásicas, esa Vespa que uno imagina cuando piensa en Italia… aunque no haga falta ser italiano para llevarla. Eso sí, no prometemos que te perdonen por conducirla si no lo eres.
La Margherita es pura esencia vintage, sencilla y elegante, y siempre está lista para dar una vuelta sin hacer preguntas.
Y llegamos a la Caprichosa. ¿Una de las favoritas? Posiblemente. Porque esto sí que es un escándalo.
Es una Vespa 125 totalmente restaurada, en un azul brillante que no deja indiferente. Es como ese vestido que uno se guarda para una ocasión especial: elegante, llamativo, único.
Fue encontrada aquí mismo, en la isla, gracias a un señor que la había restaurado con esmero y que, aunque le supo mal dejarla marchar, acabó cediendo. Y menos mal. Hoy forma parte de la familia Vespilla, con ese aire sofisticado que la hace destacar sin esfuerzo.
¿La Caprichosa? A veces, lo mejor en la vida es elegir por puro gusto.
¿Con cuál te quedas?
Aquí están nuestras Vespas, cada una con su historia, su carácter y su nombre con sabor italiano. No son solo motos, son compañeras de viaje. Y están listas para rodar contigo por el norte de Mallorca.
Nos vemos en la carretera. O mejor aún: en Vespilla.